viernes, septiembre 22, 2006

Confesión Décima

Que pena que vuelva yo a escribir para contar esto, caray. Pero no me queda de otra, debo mencionarlo.

Pues... dos años después, lo vuelvo a recordar. Afortunadamente ya no es un recuerdo triste, sino una enseñanza que me dejó la vida. Algo que me hizo fuerte y que a la vez me debilitó sobremanera, pero de lo que salí adelante y soy lo que soy. Sigo sola, pero soy lo que soy.

Basta de comentarios tristes, he dicho. Sólo quería hacer mención a ello porque pues... han pasado ya dos años.

Voy a ser tía, si señor! ... ehm, ese no es un comentario triste, en serio. Resulta que mi hermana de 17 años por fin (todos lo veíamos venir) quedó embarazada. Y seré tía por ahí de Mayo, según dijo el monstruo (mi hermana, para los que no lo saben). Es frustrante, por otro lado, que mi hermana eche su juventud por la borda. No es envidia, aclaro, pues como muchos ya saben estoy algo renuente a tener hijos. Pero... tiene 17 años, carajo.

Mi hermana, para quienes la conocen, es la típica adolescente cabeza hueca. Fiestera, borracha (bueno, borracha ya no), que cambia de novio como de calzones. Pero chale... ¿un niño? Lo que me preocupa muchísimo es que tiene popó en la cabeza. No me malentiendan, quiero mucho a Jess, pero la considero la persona más irresponsable del mundo. ¡Ni siquiera pudo atender a un pobre hámster, caray! No la imagino con un bebé. Y aunque sé que será la alegría de mi madre, no puedo, simplemente no puedo. Y tengo mucho miedo, en realidad.

Lo que más me frustra, es que no me quitaré a mis tías de encima con el: "Ay, Lupita, sólo faltas tú". ¡Entiendan, con una fregada, que yo estoy feliz así! Tal vez si necesite un poco de cariño (¿un poco?), pero si no se dignan a dármelo, yo no voy a rogar. Digo, valgo mucho para rogarle a un wey. Y menos a un wey como el que se me ocurrió que me gustara. Aún así, en realidad necesito cariño.

¿Alguien se apunta?

Atentamente, una muy frustrada Id.