sábado, febrero 12, 2005

Confesión Tercera (mi ego es grandote)

¡Feliz año (si, ya estamos en Febrero, pero ¿qué importa?) nuevo! Me vuelvo a aparecer sólo para "presumir" mis tareas, es que no tengo nada mejor que hacer =P. Comentarios, en el blog, mentadas, pedradas y tomatazos, a mi e-mail, ¿va?

¡Saludos!

Dos de tres, ¿una señal?
Idalia López

Apenas eran las seis de la tarde cuando las censuradísimas encuestas de salida apuntaban una clara tendencia: las gubernaturas de Baja California Sur y Guerrero serían para alianzas políticas de las cuales formaba parte el Partido de la Revolución Democrática (PRD). De este resultado pueden hacerse diferentes lecturas, siendo una de las más importantes que, gracias a los triunfos obtenidos en esta jornada electoral, el PRD podría tener ese repunte que le hace falta para llegar a la preferencia de los mexicanos, que en efecto será necesaria cuando busquen anunciar, oficialmente, al candidato que se supone es el “gallo” de este partido, Andrés Manuel López Obrador.

Con este resultado, Guerrero se suma al selecto grupo de Estados con administraciones perredistas, del cual ya formaban parte Chiapas, Michoacán, Nayarit, Zacatecas y el Distrito Federal. Baja California Sur repite colores, lo cual habla de la conformidad con el anterior gobierno perredista; este no es el primer caso, puesto que en 2004 Zacatecas también volvió a elegir al candidato de este partido, tal vez por una buena administración o bien, debido a un excelente trabajo de mercadotecnia y propaganda política.

Si además hablamos de los dos bastiones perredistas en la república, Michoacán y el Distrito Federal, el panorama del partido rumbo a las elecciones del 2006 podría esclarecerse un poco: si en realidad López Obrador fuera a convertirse en el candidato del PRD a la presidencia de la República, ya no sólo contaría con el apoyo “incondicional” de los capitalinos, sino también el los Estados cuyos gobiernos de oposición han logrado cambiar la mentalidad del ciudadano que, conforme con los resultados obtenidos, ha decidido otorgar la confianza para conservar el poder.

Pensando a futuro, la posibilidad de un presidente perredista no está tan lejana. El buen trabajo hecho por los gobernadores de este partido le abre camino a cualquiera que vaya a ser el candidato para ocupar el máximo cargo en el país. Aún así, sólo son siete los Estados dirigidos por miembros del PRD, y sabemos que esto no es suficiente para ganar unas elecciones presidenciales. Sin embargo, la permanencia de las administraciones perredistas habla de un trabajo bien hecho, o al menos satisfactorio.

Si bien López Obrador, a pesar del tan mencionado, prometido y ansiado desafuero, es uno de los candidatos más sonados para ser el candidato del PRD, cualquiera que sea elegido y pueda llegar a Los Pinos mediante el voto popular, llevará sobre sus espaldas las esperanzas de los ciudadanos que vieron un verdadero gobierno del cambio y decidieron quedarse con él. Si buenos políticos le dieron la preferencia al PRD en estos Estados, que sean los mismos aquellos que le de, en un futuro, el triunfo sobre las viejas costumbres que han reinado durante años.